"No os entiendo. Todos habláis en clave como si pretendierais volverme loca."
Cinco horas con Mario, Miguel Delibes

miércoles, 30 de mayo de 2012

POESIA – Garcilaso de la Vega

Garcilaso de la Vega nace en 1501 en Toledo. De origen noble (pertenecía a la familia de los Mendoza), representa el ideal del cortesano renacentista: hombre de armas y de letras. Estuvo enamorado de Isabel Freyre, que se convierte en su fuente de inspiración literaria. Como consecuencia de sus diferencias con el emperador, es desterrado a una isla del Danubio y posteriormente a Nápoles, donde entra en contacto con la literatura italiana. En 1536 el poeta muere al encabezar el ataque contra una fortaleza del sur de Francia.
La obra poética de Garcilaso abarca treinta y ocho sonetos, cinco canciones, tres églogas, dos elegías, una epístola y algunas coplas en versos octosílabos.
Las églogas son composiciones poéticas protagonizadas por refinados pastores que relatan sus historias de amor en medio de una naturaleza idealizada. Garcilaso las escribe después de su estancia en Nápoles, cuando su poesía ha alcanzado su mayor grado de perfeccionamiento. Durante este período se produce la muerte de Isabel Freyre, un suceso que causa enorme impacto en el poeta y que se refleja en la égloga I. En ella, se trata el tema del amor frustrado por el desdén y por la muerte. El poeta se desdobla en dos pastores, Salicio y Nemoroso. El primero se queja de la ingratitud de Galatea, que le ha abandonado, y el segundo llora la muerte de su adorada Elisa; ambos personajes femeninos representan a Isabel Freyre. Garcilaso reflejó en esta égloga dos momentos de su propia historia amorosa: el casamiento de Isabel con otro hombre y el dolor por la muerte de su amada. Garcilaso consigue que los temas renacentistas -el amor, la naturaleza, la mitología- adquieran resonancias íntimas y personales.
La égloga III es considerada otra de sus grandes creaciones. En ella se describe a las ninfas del Tajo; todas bordan unas telas con motivos amorosos de origen mitológico, salvo la más joven y bella de ellas, que está retratando a Elisa muerta, la amada de Nemoroso. La égloga establece un paralelismo entre estos relatos mitológicos y la historia del pastor, de manera que se igualan en importancia. Garcilaso emplea la descripción de las telas como medio para introducir diversas reflexiones sobre el amor perdido.
El estilo de Garcilaso se basa en la selección del léxico y las imágenes, según el principio renacentista de armonía y sencillez. El tono melancólico y suave resulta del empleo de las nuevas formas italianizantes como medio para expresar los sentimientos.
La importancia de la obra de Garcilaso en el desarrollo de la lírica española posterior fue enorme. En ella utilizó, con pocas excepciones, la métrica italiana.

jueves, 24 de mayo de 2012

POESIA - Renacimiento

La lírica es el género más destacado en el Renacimiento, tanto por la renovación que experimenta como por la calidad de los autores que llevan a cabo estas innovaciones. Los principales poetas de esta época fueron Garcilaso de la Vega, fray Luis de León y San Juan de la Cruz.

DOLCE STIL NUOVO Y PETRARQUISMO
La poesía del siglo XVI presenta dos tendencias fundamentales: una sigue la tradición castellana precedente y otra, renovadora, se desarrolla bajo la influencia de los autores italianos y los clásicos latinos y griegos.
El Cancionero, obra del poeta italiano Francesco Petrarca (1304-1374), se convierte en el modelo de la nueva poesía amorosa.
Al igual que esta obra, la poesía amatoria del Renacimiento se centra en el proceso psicológico del amante, en la descripción de sus sensaciones y sentimientos, y en una historia de amor que se desarrolla en torno a la amada. En este sentido, la poesía italiana viene a reforzar las tendencias anteriores que se apreciaban en la lírica cortesana del XV. Por eso, a menudo es difícil distinguir cuándo un motivo es de origen italiano y cuándo sigue las tendencias anteriores. Ambas corrientes tienen un origen común: la poesía provenzal, que en España se había transmitido a los cancioneros a través de la lírica gallego-portuguesa. Desde el punto de vista formal, sin embargo, la poesía italianizante presenta notables cambios que marcarán el rumbo de la versificación española posterior. De la literatura italiana se toman versos como el endecasílabo, estrofas como la octava real, los tercetos encadenados y la lira, y algunas composiciones como el soneto, la canción petrarquista y la silva. En este proceso de adaptación de las formas italianas al castellano fue determinante la labor de dos poetas: Juan Boscán y Garcilaso de la Vega.
De la literatura clásica se recuperan los temas mitológicos y diversos géneros: la oda, idónea para la reflexión existencial, moral y filosófica; la epístola, que permite la expresión de temas domésticos y familiares; la égloga, en la que los sentimientos se expresan a través de la voz de unos pastores que viven en una naturaleza idílica, y la canción, empleada para el lamento amoroso. Se retoman también algunos tópicos o motivos clásicos: el carpe diem («aprovecha el momento»); elbeatus ille («feliz aquel...»), que ensalza la felicidad de quien se aísla del mundo y busca la paz de la naturaleza; y el locus amoenus («lugar idílico»).
Para el análisis de las influencias de la nueva lírica renacentista española hay que tener en cuenta varios hechos. Aunque elCancionero de Petrarca es la obra con mayor peso en la poesía española del Renacimiento, la repercusión de la literatura italiana se debe también a otros autores y obras. Asimismo, la recuperación de la cultura clásica no es un hecho aislado de la influencia italiana, pues, en muchos casos, ese redescubrimiento de los autores grecolatinos se produce a través de poetas italianos. Por último, hay que señalar que muchos de los escritores no se adscriben exclusivamente a una tendencia; junto a las formas italianas, muchos autores (como Diego Hurtado de Mendoza) emplean también en sus obras metros castellanos.
PETRARCA
TEMAS
Con respecto a los temas, la poesía del siglo XVI presenta un amplio grupo de composiciones cuyo motivo es el amor. Asociado a este aparece con frecuencia el tópico del carpe diem. La figura más importante de la poesía amorosa es Garcilaso de la Vega, pero destacan también otros autores, como Boscán, Diego Hurtado de Mendoza o Hernando de Acuña, que configuran la primera generación de poetas italianizantes. En la segunda mitad del siglo, destacan algunos autores de la escuela sevillana, como Barahona de Soto y Fernando de Herrera (cuya poesía supone un enlace con las nuevas formas del XVII). Asimismo, el amor empieza a ambientarse en marcos naturales; cobra importancia el entorno en la expresión de los sentimientos. En esto se diferencia de la poesía anterior de cancionero, en la que la descripción del paisaje no era habitual y, si aparecía, solía tener carácter alegórico.
Otro de los contenidos frecuentes de la lírica de este siglo son los temas filosóficos y morales. El gusto por este tipo de temas, muy relacionados con los religiosos, se desarrolla especialmente a partir de la segunda mitad de siglo, en el reinado de Felipe II. Responde a los cambios sociales de la época; la Contrarreforma implica una revisión de las costumbres que se refleja en la literatura. Fray Luis de León es el representante más importante de este tipo de poesía, así como otro grupo de autores que conforman con él lo que se ha denominado escuela salmantina (Francisco de la Torre, Francisco de Aldana, etc.). La escuela se caracteriza por el empleo de tópicos como el aurea mediocritas («ensalza la vida sencilla») o el beatus ille y por el carácter docente de muchos de sus autores.
Por último, cabe destacar otra tendencia, la poesía de temática mística. La literatura mística expresa la experiencia directa del contacto del alma con Dios. Dicha experiencia, que rebasa los límites de lo humano, a menudo resulta inexplicable por sí misma; por ello, el lenguaje de los poetas está a menudo marcado por la incongruencia, el símbolo y la pluralidad significativa. El principal representante de esta corriente en la lírica fue San Juan de la Cruz.
 
NUEVAS FORMAS DE EXPRESIÓN
Desde el punto de vista formal, la nueva poesía del Renacimiento experimenta importantísimos cambios. Además de la introducción de las nuevas formas métricas italianas y de la adaptación de géneros clásicos, la lírica avanza hacia una expresión más sencilla: se busca un estilo natural que responde a los ideales clásicos de armonía. La forma se adapta al contenido y se huye de la expresión desmesurada y grandilocuente.

jueves, 17 de mayo de 2012

POESIA - Prerrenacimiento

La poesía del siglo XV presenta dos grandes corrientes: la popular y la culta. La poesía popular está representada fundamentalmente por el Romancero y los villancicos. La poesía culta tiene su máxima expresión en la poesía de cancionero, con Juan de Mena, el marqués de Santillana y Jorge Manrique.

POESIA POPULAR
Los villancicos
Los villancicos son composiciones líricas populares de arte menor que están formadas por dos partes: unestribillo (llamado propiamente villancico), que está constituido por dos, tres o cuatro versos iniciales que se repiten al final de cada estrofa, y una glosa, que desarrolla el tema del estribillo.
Los villancicos se manifiestan de forma escrita en el siglo XV por primera vez. Sin embargo, la mayoría de los autores coinciden en señalar que esta expresión lírica tiene un origen anterior que es común a las jarchas y a las cantigas de amigo, ya que con ellas comparte temas y motivos simbólicos.
El incremento del interés en los siglos XV y XVI por las creaciones tradicionales hace que a menudo resulte difícil distinguir si algunos testimonios conservados son creaciones de autores cultos al estilo popular, creaciones híbridas o, efectivamente, manifestaciones de la poesía cantada y transformada por el pueblo recogidas por escrito.
lancelot
El Romancero
Se cree que el origen de los romances puede hallarse en los cantares de gesta. El público pedía a los juglares que recitaran por separado aquellas escenas de mayor fuerza dramática, y eso pudo hacer que los cantares se fragmentaran y surgiera un nuevo tipo de composición poética.
Los romances son poemas formados por una serie indefinida de versos octosílabos con rima asonante en los versos pares. El conjunto de romances se denomina Romancero.
Las manifestaciones más antiguas documentadas datan de la mitad del siglo XV, pero esto no significa que la tradición del romance comience en esta época. Probablemente su origen se remonta a un período anterior.
Según el tema que tratan, los romances se pueden clasificar en cuatro grupos:
  • Romances históricos. Recogen los motivos más conocidos de la épica castellana, como la historia del rey Rodrigo, las mocedades del Cid o los siete infantes de Lara.
  • Romances carolingios y bretones. Están basados en los relatos épicos de Francia y Bretaña y sus personajes: Tristán, Lanzarote, Roldán, doña Alda...
  • Romances fronterizos y moriscos. Se inspiran en hechos de la Reconquista.
  • Romances novelescos y líricos. Surgen de la libre invención de los propios juglares. Narran sucesos cotidianos de naturaleza dramática e historias de amor y aventuras.
El lenguaje del Romancero, especialmente en las composiciones de carácter lírico, presenta a menudo referencias simbólicas propias de la poesía popular. Por ello, los romances pueden tener varios niveles de significado.
El estilo de los romances se caracteriza por la concentración expresiva y el dramatismo; el diálogo y el monólogo les dan un fuerte sentido teatral. La transmisión oral de los romances tiene consecuencias en el lenguaje: abundan fenómenos de carácter fónico como las aliteraciones («Yo me era mora Moraima») y son frecuentes las repeticiones («tres hijuelos había el rey / tres hijuelos que no más»; «moricos, los mis moricos»), los epítetos épicos («¡Afuera, afuera, Rodrigo / el soberbio castellano!»), los vocativos («Yo me levantara, madre») y las fórmulas de apelación y de referencia a los receptores («Allí habló don Rodrigo, / bien oiréis lo que dirá»). A menudo, los romances personifican lugares («Álora la bien cercada / tú que estás en par del río»; «Si tú quisieses, Granada, / contigo me casaría») o actualizan la acción. Los sucesos se presentan como si estuvieran sucediendo en el presente, ante los ojos del receptor («Por las riberas del Arlanza / Bernardo el Carpio cabalga»; «helo, helo por do viene / el moro por la calzada»). Así también, se emplea abundantemente la exclamación: («¡Quién tuviese tal ventura / sobre las aguas del mar / como hubo el conde Arnaldos / la mañana de San Juan!»).
Muchos romances presentan un suceso del cual no se explican los antecedentes o incluso el desenlace de la acción; a menudo, asimismo, un personaje habla y se expresa sin que se indique quién es. Esto puede deberse a que se trataba de escenas famosas en la época que el público conocía y de las que no precisaba aclaraciones. Con frecuencia, esta falta de datos se acompaña de los nombres exóticos de sus protagonistas, que se rodean de misterio (conde Olinos, conde Arnaldos, Landarico, etc.).
La tradición oral del Romancero se extiende más allá de la Edad Media y del territorio peninsular. Los romances de la tradición oral moderna, recogidos abundantemente en los siglos XIX y XX, constituyen composiciones que el pueblo ha transmitido y modificado durante siglos. Algunos de los romances son nuevas versiones de los que se cantaban en el XV. La tradición del Romancero se desarrolla en otros territorios de habla hispana, como en Hispanoamérica o en las comunidades sefardíes de todo el mundo.

POESIA CULTA
El siglo XV constituye el momento en el que el castellano se asienta definitivamente como lengua predominante de la lírica culta. Hasta entonces, los poetas de Castilla, como consecuencia de la tradición anterior, empleaban preferentemente el gallego-portugués en sus composiciones. La poesía culta del XV es de carácter cortesano, pues los poetas surgen entre la nobleza y se forman en torno a las cortes de los reyes. Las principales características de la lírica de este momento son las siguientes:
  • La poesía cortesana se agrupaba en cancioneros, antologías que reunían obras de uno o diversos autores. Entre los más destacados se encuentran el Cancionero de Baena o el Cancionero de Estúñiga.
  • Los temas de la poesía de cancionero son variados (la burla, la muerte, la religión...) pero destaca el amor, que es concebido como un juego cortesano y literario. En la poesía amorosa de cancionero se aprecia la influencia de la lírica provenzal de los siglos XII y XIII, basada en los tópicos del amor cortés.
  • El amor, a menudo frustrado, se presenta como una fuerza irresistible y como un sentimiento contradictorio: por un lado provoca placer, pero por otro ocasiona en el poeta un enorme dolor, que se compara con la muerte. La poesía amorosa de los cancioneros del XV se centra progresivamente en una descripción pormenorizada de los sentimientos: se detiene en los efectos que el enamoramiento provoca en el amante. En ella, se alude a la belleza de la dama, pero no se recrea en su descripción física. Tampoco se suele ambientar en lugares concretos.
  • Formalmente, la poesía amorosa destaca por un abundante uso de recursos literarios de carácter semántico como la hipérbole y, especialmente, la paradoja. La poesía de cancionero a menudo se caracteriza por los juegos de conceptos, pero también son habituales en sus composiciones la anáfora o el paralelismo.
  • Por influencia de la poesía italiana, parte de la poesía del cancionero emplea frecuentemente la alegoría (una metáfora continuada mediante la cual se expresa una idea), sobre todo para tratar temas como la fortuna, la muerte y otras cuestiones de carácter moral, filosófico o religioso.
Los autores más representativos de la lírica culta del XV son Jorge Manrique, el marqués de Santillana y Juan de Mena. Junto a la obra de estos poetas destaca una composición anónima, la Dança general de la muerte castellana, una extraordinaria muestra de la visión del mundo en esta época de transición y que se relaciona con otras manifestaciones artísticas propias del románico: la Muerte invita a diversos personajes a bailar con ella. Entre ellos se encuentran miembros de todos los estamentos sociales, que se igualan en este acto macabro que aniquila al ser humano y le despoja de todos sus bienes.
Aunque durante mucho tiempo se ha leído la poesía cortesana solamente en clave idealista, hoy se considera que muchos de los términos usados en la poesía cortesana podían tener también un caracter más materialista y en concreto hacer referencia al amor físico. Este simbolísmo oculto formaba parte del mismo juego conceptual de esta poesía. Por otra parte, junto a poemas “idealistas” los mismos poetas escribían versos más procaces, versos de burlas donde el lenguaje es mucho más claro, como los poemas recogidos en el “Cancionero de obras de burlas”.

miércoles, 9 de mayo de 2012

POESIA – Edad Medieval

La poesía medieval presenta dos grandes corrientes. Por un lado, se desarrolla una poesía popular, anónima y de carácter colectivo que se transmite oralmente y, por otro, se crea una literatura culta de transmisión fundamentalmente escrita y cuyos autores más importantes son Gonzalo de Berceo y Juan Ruiz.
POesia medieval 
POESIA POPULAR LÍRICA
La poesía medieval popular desarrolla a su vez dos corrientes fundamentales: de un lado una poesía de carácter lírico y, de otro, una poesía de carácter narrativo, representada por los cantares de gesta.
Durante la Edad Media, las principales manifestaciones de poesía lírica en la Península son las jarchas, las cantigas de amigo y los villancicos. Estos últimos presentarán sus primeros testimonios en el siglo XV, por lo que se analizarán en el estudio dedicado a la lírica del Prerrenacimiento.
Las jarchas fueron escritas en los siglos X y XI en mozárabe, el dialecto romance que hablaban los cristianos de Al-Ándalus, y constituyen las poesías peninsulares más antiguas que se conocen. Se trata de breves composiciones líricas con métrica irregular, de dos, tres o cuatro versos, que los poetas árabes o judíos que vivían en la Península incluían al final de poemas escritos en árabe o en hebreo. Estas composiciones se llamaban moaxajas y los poetas que las escribían no eran los autores de los versos finales o jarchas: estas eran estrofillas cantadas por el pueblo que los poetas, fascinados por su belleza, incorporaban en sus obras.
Las cantigas de amigo, documentadas desde finales del XII hasta el fin del XIV, están escritas en gallego-portugués. Son poemas escritos por autores cultos a imitación de las manifestaciones de la lírica popular de su tiempo. Tienen mayor extensión que las jarchas y en ellas todos los versos poseen el mismo número de sílabas. Las estrofas se relacionan entre sí mediante el paralelismo. Es frecuente que el tema amoroso se ambiente en una peregrinación (cantigas de romería), junto al mar (barcarolas), etc.
Los villancicos (documentados en el siglo XV) están escritos en castellano y se componen de dos partes que se van alternando, el estribillo y el pie.
 
POESIA ÉPICA
Las manifestaciones más significativas de la poesía popular narrativa son los cantares de gesta y los romances narrativos.
Hacia el siglo XII aparece en la Península un tipo de obras, los cantares de gesta, poemas épicos que giraban en torno a la figura de un héroe y sus hazañas. En la literatura castellana, se caracterizan por una versificación irregular: los versos presentan diferente número de sílabas, poseen rima asonante y se agrupan en series o tiradas.
Los cantares de gesta eran cantados por unos artistas que recorrían aldeas y villas divirtiendo al público con sus actuaciones y poemas: los juglares.
La épica tuvo también su propio desarrollo en otras lenguas europeas. La tradición más próxima a la épica castellana es la francesa, de la que se conservan muchos manuscritos.
El principal cantar de la épica castellana y el único que ha llegado hasta nosotros en un manuscrito casi completo es el Poema de mio Cid. Según el investigador Ramón Menéndez Pidal, uno de los principales estudiosos de la obra, el texto conservado es una copia realizada a principios del siglo XIV por un copista llamado Per Abbat. El texto original habría sido escrito en 1140 por dos autores: un juglar de Medinaceli y otro juglar de San Esteban de Gormaz, ambos de Soria.
 
POESIA LÍRICA CULTA
La poesía de carácter culto tuvo dos vertientes significativas en las literaturas románicas; de un lado, la poesía lírica, y de otro, la poesía narrativa, representada en castellano por lo que conocemos como mester de clerecía.
La lírica de carácter culto no se desarrolla de forma notable en castellano hasta finales de la Edad Media. Concretamente, esto ocurre en el siglo XV, con la poesía de cancionero (ver Prerrenacimiento). No obstante, sí se gesta con anterioridad en otras lenguas románicas.
En el sur de Francia (Provenza), se desarrolla en los siglos XII y XIII en lengua provenzal un tipo de poesía lírica culta que será el origen de las manifestaciones posteriores en otras lenguas, como el italiano, el gallego-portugués o el castellano. Cultivada por poetas de origen noble, los trovadores, esta poesía estaba escrita para ser cantada en la corte y su tema principal era elamor cortés.
En la Península, gran parte de la poesía lírica culta se escribe durante estos siglos en gallego-portugués. Incluso los autores castellanos prefieren esta lengua como medio de expresión lírica. En las composiciones de este tipo de poesía se aprecia la fuerte influencia de la literatura provenzal, que llega a través del Camino de Santiago.
 
POESÍA NARRATIVA CULTA: EL MESTER DE CLERECÍA
Frente al dominio del gallego-portugués en la lírica culta hasta el siglo XV, la poesía en castellano de carácter narrativo adquiere un importante desarrollo.
En el siglo XIII, algunos autores crean una nueva forma de versificar basada en la utilización de una estrofa de cuatro versos monorrimos de catorce sílabas cada uno que riman en consonante: la cuaderna vía (AAAA). Este primer movimiento poético en castellano recibe el nombre de mester de clerecía, es decir, «oficio de hombres cultos». La palabra clérigo designa en la Edad Media a la persona instruida, especialmente a quien tiene estudios de latín.
Las obras del mester de clerecía están escritas con una intención didáctica: ofrecen a la gente modelos de comportamiento. Por eso tratan con frecuencia temas religiosos, como las vidas de santos.
No obstante, para alcanzar esta finalidad didáctica, los autores buscaban entretener al público. Por eso, a menudo los textos se acercan a los gustos del pueblo e intentan resultar amenos. Se emplean para ello giros populares y fórmulas típicas de la poesía juglaresca, como son las llamadas de atención al auditorio. Estas características hacen pensar que, probablemente, muchas de ellas estaban destinadas a ser escuchadas y no leídas.
Gran parte de las obras del mester se basan en composiciones y textos anteriores, preferentemente la Biblia o libros de autores latinos, que se reelaboran y se adaptan al castellano para darlos a conocer al pueblo.
El mester de clerecía, que nace en el XIII, se desarrolla también durante el siglo XIV.
En el paso de un siglo a otro, las características de los textos evolucionan a la par que lo hace la mentalidad del hombre en el paso de la Plena a la Baja Edad Media: los textos del XIII muestran, en general, una religiosidad más fuerte y una mayor abundancia de temas piadosos. La métrica es, asimismo, más regular. A medida que el siglo XIV avanza, las composiciones del mester de clerecía mezclan con los temas religiosos algunos profanos y muestran un espíritu más vitalista. En este siglo, las composiciones comienzan a variar la métrica y son más frecuentes las irregularidades, lo que contribuirá a la desaparición del género.
Los principales autores del mester de clerecía son Gonzalo de Berceo (siglo XIII) y Juan Ruiz, Arcipreste de Hita (siglo XIV). Entre la obra de estos autores se aprecia este cambio al que nos hemos referido.