"No os entiendo. Todos habláis en clave como si pretendierais volverme loca."
Cinco horas con Mario, Miguel Delibes

lunes, 12 de marzo de 2012

EL TEATRO – La Ilustración

En clase hemos estado explicando las principales características del teatro de la Ilustración. Para empezar a centrarnos en esta época hemos repasado la de antes y la de después. En el mundo del teatro podríamos clasificar tres épocas distintas:
  • S. Oro (s. XVI/XVII): Constitución de la fórmula y consolidación –> Diversión, entretenimiento y cierta instrumentalización ideológica.
  • Ilustración (s. XVIII): Intento de cambiar la instrumentalización ideológica –> utilitarismo, ideas de la Ilustración y didactismo.
  • Romanticismo (s. XIX): Recuperación de clichés del Siglo de Oro + ideología del Romanticismo --> instrumentalización.

Así pues vemos que este nuevo tipo de teatro también se orienta hacia la diversión y el entretenimiento pero con una cierta finalidad didáctica y moral.
Los principales cultivadores fueron los del grupo madrileño. Se sometieron a lo que enseñaban los preceptistas clásicos y modernos, y crearon un teatro en pos de los intereses políticos y morales de la época.


Hay tres tendencias:
  • Tendencia tradicional
    Durante la primera mitad del siglo XVIII el teatro se encuentra en decadencia. Hay continuadores de Calderón de la Barca, carentes casi todos de inventiva. Entre el público triunfan las comedias de enredo, de magia, de milagros de santos y de historia. Para la aristocracia, se montaron zarzuelas y óperas, de gusto italiano. Se estrenan también algunas traducciones de obras francesas. Los ilustrados criticaron y satirizaron, pidiendo la representación de obras que enseñasen buenos ejemplos y que respetasen las reglas aristotélicas.

  • Tendencia neoclásica
    Tratando de acabar con esta decadencia, el conde de Aranda mandó rescatar las obras del Siglo de Oro que no infringieran demasiado las directrices aristotélicas, adaptándolas de ser necesario, y apoyando también la traducción de obras extranjeras. A su vez, también animó a los escritores neoclásicos a componer nuevas tragedias vinculadas con la razón y las nuevas reformas que se estaban imponiendo. Varios autores ilustres aceptaron esas ideas, aunque pocas obras atrajeron al público.

  • Tendencia popular
    Los sainetes gozaron del apoyo popular. Estaban escritos en verso, emparentado con los pasos y entremeses de los siglos anteriores. El autor más importante de sainetes fue Ramón de la Cruz.

El teatro adoptó las nuevas modas que llegaban de Francia. En el teatro neoclásico también se impuso la razón y la armonía como norma. Se acató la llamada “regla de las tres unidades”, que exigía una única acción, un solo escenario y un tiempo cronológico coherente en el desarrollo de la acción dramática. Se estableció la separación de lo cómico y lo trágico. Se impuso la contención imaginativa, eliminando todo aquello que se consideraba exagerado o de “mal gusto”. Se adoptó una finalidad educativa y moral, que sirviera para difundir los valores universales de la cultura y el progreso.

El teatro más representativo del momento fue el de Leandro Fernández de Moratín, creador de lo que se llama “comedia moratiniana”. Frente al género trágico, el más común entonces, Moratín ridiculizó los vicios y costumbres de su época, en un claro intento de convertir el teatro en un vehículo para moralizar las costumbres.

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